¿Tienes lo que hay que tener para ser escritor?

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Por Alejandro Marcos Ortega.

Por Alejandro

Marcos Ortega.

Reordenando al dóberman
Normalmente, la mayoría de las personas, empleamos en nuestro día a día los términos “trama” y “argumento” como si fueran lo mismo, como sinónimos, pero lo cierto es que, aunque mantienen una relación muy estrecha, tienen diferencias notables que les hacen completamente distintos.

Considero que para un escritor es muy importante conocer esa diferencia y saber en todo momento si habla de trama o de argumento.

Primero vamos con las definiciones y después veremos un ejemplo que aclarará ambas totalmente.

El argumento es la sucesión lineal (en el tiempo) de los acontecimientos que se dan en un texto narrativo. Es decir, que se colocan los hechos y las acciones en el orden en el que han sucedido.

La trama, por su parte, es la organización de los acontecimientos que suceden en un texto narrativo, de manera que apunten al tema o a la idea que se quiere transmitir con dicho texto. En este caso, por lo tanto, vemos que hay una doble intención del autor: la de contar una historia y la de hacerlo de tal manera que con ella transmitamos al lector una idea determinada.

Veamos un ejemplo para aclarar del todo esas diferencias. El ejemplo lo tomaremos del libro El guión y la trama, de Ronald B. Tobias. Observemos la siguiente historia:

Una mujer regresa a casa después de hacer la compra y se encuentra a su perro, un dóberman, con graves problemas para respirar. Alarmada, lleva el perro al veterinario y después regresa a casa.

En el momento en el que entra, recibe una llamada del veterinario que le pide que salga de la casa inmediatamente y que se meta en casa de algún vecino. La señora obedece y al poco tiempo aparecen varios coches de policía que, con las armas en la mano, encuentran a un hombre en estado de shock y con los dedos ensangrentados dentro de un armario.

Cuando llega el veterinario le explica que al examinar al perro había encontrado dos dedos humanos en la garganta del animal y que supuso en seguida que se trataba de un ladrón.

Claramente, esta historia es una trama, ya que no se nos cuentan los hechos de manera lineal. ¿Hubiera producido el mismo efecto en el lector si en lugar de contar la historia de esta manera, la hubiéramos contado en orden? Imaginad que decimos:

Una mujer regresa a casa después de comprar y encuentra a su perro asfixiándose. Cuando la mujer sale del veterinario, el especialista encuentra dos dedos humanos en la garganta del perro y deduce que se tratan de los dedos de un ladrón, por lo que telefonea a la señora para que se esconda mientras llega la policía. Después llega la policía, encuentra al ladrón y el veterinario explica a la señora lo que ha pasado.

No es lo mismo, ¿no? Nos hemos cargado toda la intriga y toda la tensión de la historia. En la primera conseguimos transmitir inquietud y duda en el lector, pero eso en la segunda desaparece. De ahí, de conseguir transmitir lo que queremos transmitir, es de donde viene la importancia de diferenciar entre estos dos conceptos de manera adecuada.

Ahora vayamos a la práctica. Vamos a revisar en nuestros archivos algún relato o texto que no funcione porque la historia no transmite nada. Después probemos a ordenar los datos y los hechos de una forma determinada. No se trata de ocultar datos al lector, eso sería jugar con él y hacer trampa, sino de reordenarlos. ¿Mejor? ¿Consiguen transmitir lo que queremos transmitir?

Otra opción es empezar un texto completamente nuevo entramando el argumento. Eso sí, siempre y cuando el tema que queramos contar lo requiera. Como siempre, no olvidemos que es importante que todas estas técnicas estén al servicio de lo que se quiere contar, no de nuestro lucimiento como escritores.

Bibliografía:
Tobias, Ronald B: El guión y la trama. Ediciones Internacionales Universitarias,
2004.

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