¿Tienes lo que hay que tener para ser escritor?

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Por Alejandro Marcos Ortega.

Por Alejandro

Marcos Ortega.

¿Dos o tres dimensiones?

Hace unos meses hablábamos del cambio en el personaje y de su importancia dentro de nuestros relatos o nuestras novelas. Si hacemos memoria un poco, en definitiva decíamos que lo que diferencia un relato o una novela de un texto narrativo que sea simplemente una estampa o una descripción de acontecimientos puros es sin duda el cambio final.

La principal característica de ese cambio es que le sucede a un personaje. Es decir, que hay un personaje que no es el mismo al empezar que al terminar la historia. Esto es muy importante ya que es la principal diferencia entre los tipos de personaje de los que os quiero hablar hoy: personajes planos y personajes redondos.

Si tenemos en cuenta su evolución a lo largo de la historia, los personajes se pueden clasificar en: planos o redondos; mientras que si tenemos en cuenta su importancia para la historia serían: protagonistas, secundarios y terciarios. De esta última clasificación nos ocuparemos en otro artículo.

Veamos por separado cada tipo:

Los personajes redondos son aquellos que son diferentes al inicio de la narración y al final de la misma. Es decir, que han sufrido una evolución en su forma de ser o de pensar a lo largo de la historia. En una novela el cambio puede ser más profundo y podremos mostrarlo con más detalle, mientras que en un relato el cambio suele ser tenue y mostrarse al final del texto, sin haber visto su evolución (probablemente sin evolución ya que suele ser un cambio pequeño). Los personajes redondos son típicamente los protagonistas de las historias y no es conveniente para principiantes, ni usual en general, tener demasiados en nuestras historias ya que la escritura se nos complicaría mucho. Algunos ejemplos archiconocidos de personajes redondos son: Don Quijote o Sancho Panza, Frodo Bolsón o Ana Karenina,

Los personajes planos por el contrario son aquellos que permanecen inmutables a lo largo de la historia. Suelen tener un rasgo característico que los define (por ejemplo el gracioso, el desgraciado, el torpe, el consejero, etc.) y que marca la función que van a tener en la historia. En general suelen ser personajes secundarios (o los antagonistas) que sirven de apoyo o de estorbo a la consecución del deseo del protagonista.

Pero también es cierto que una novela puede estar protagonizada por un personaje plano si lo que queremos mostrar es, por ejemplo, que determinado tipo de personas nunca cambian por muchas cosas que les pasen o es más importante aquello que cuentan que su propia evolución (en cuyo caso aunque no haya un cambio en el personaje suele haberlo en la situación). Por ejemplo muchos de los detectives novelescos como Sherlock Holmes y Hércules Poirot.

Con esto no queremos decir que los personajes redondos sean más importantes que los personajes planos. Necesitaremos de ambos tipos (en general) para contar nuestra historia. Aunque es cierto que en la mayoría de casos los personajes redondos necesitan más trabajo y suelen ser los que mejor conecten con los lectores. Además, en la mayoría de las novelas, los personajes redondos suelen ser los protagonistas, por lo que su asociación con un elemento importante de la historia es automática.

A veces suele darse el caso en el que un personaje plano empieza a crecer y a evolucionar sin que nosotros podamos hacer nada. Eso quiere decir que ese personaje es muy interesante, quizás más que el principal si le está robando el protagonismo. Recuerda que nosotros mismos somos los primeros lectores de nuestros textos y si queremos saber más y más de un personaje, lo más probable es que los lectores también quieran saber más de él. En esos casos es importante saber reflexionar y plantearnos, llegado el caso, la posibilidad de cambiar la historia que estamos contando y centrarla en ese personaje plano que destaca sobre los demás.

Con todo esto que hemos visto, repasa ahora tus textos. ¿Hay algún personaje que tendría que haber evolucionado con las cosas que le pasan y no lo ha hecho? O por el contrario, ¿hay algún personaje que evoluciona que quizás no debería haberlo hecho? Coge lápiz y papel, la goma si es necesario, y adelante, a dibujar personajes.

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