¿Tienes lo que hay que tener para ser escritor?

Imagen alejandro copia

Por Alejandro Marcos Ortega.

Por Alejandro

Marcos Ortega.

La lámpara maravillosa

Durante los próximos artículos, abordaremos tres apartados muy importantes a la hora de elaborar un texto narrativo, sobre todo un relato. Se tratan del deseo, el conflicto y el cambio. Estos tres elementos son los que diferencian un texto narrativo de un relato completo. Es decir, si inventamos la vida de un personaje y la contamos con todo lujo de detalles sin que se genere ningún deseo, ningún conflicto ni ningún cambio, no habrá relato. Por muy maravillosamente bien que esté escrita la vida de ese personaje y por todos los recursos estilísticos que queramos emplear. Como veis, no os mentía cuando os aseguraba que eran elementos muy importantes. Por eso mismo vamos a verlos por separado, para no hacernos un lío y para que nos quede claro. Empezamos con el deseo, al que dedicaremos este artículo.

El deseo:

Lo primero que tiene que tener nuestro texto es deseo. El deseo en literatura es la meta u objetivo que quiere alcanzar el personaje protagonista durante la narración. Puede ser desde encontrar un tesoro a resolver un crimen o a reconciliarse con su madre. Hay infinitos deseos y todos ellos nos valen si nuestro personaje los busca con énfasis. Dependiendo del tipo de relato que queramos escribir deberemos emplear un deseo u otro ya que no es igual de sencillo viajar a la luna que sacar al perro a pasear.

También hay que tener en cuenta que el deseo debe ir acorde con el tema en el que se base nuestro texto. Es decir, el deseo debe facilitar el desarrollo de la trama de manera que nos resulte sencillo como escritores mostrar en lugar de explicar y al lector comprender. Por ejemplo, si queremos hablar del amor, nos resultará más complicado hacerlo si nuestro personaje quiere ser astronauta que si lo que quiere es una cita con la secretaria de su jefe. Cuidado, no estoy diciendo que una historia sobre un chico que quiera ser astronauta no pueda tener como tema el amor, sino que sería más complicado escribirla.

Por último, tenéis que tener en cuenta que el deseo ha de ser lo suficientemente fuerte como para tirar del personaje durante todo el relato. Debe ser el motor que dirija sus acciones constantemente, que le ayude a decidirse por actuar de una manera o de otra. Debéis tener en cuenta siempre que el deseo es lo más importante para tu personaje y que siempre actuará de manera que sus acciones le acerquen a conseguirlo. Por así decirlo, el deseo es el norte de la brújula de nuestros personajes y es muy importante no desviarnos de él. Lo cual no significa que el deseo no pueda variar a lo largo de la historia o incluso cambiar radicalmente. Las acciones y decisiones que va realizando y tomando el personaje, le afectarán y eso hará que el deseo, en ocasiones, pueda modificarse. Pero esto ya casi roza el tema del cambio, así que lo abordaremos más adelante.

Después de esto coged uno de vuestros relatos y preguntadle al personaje protagonista: ¿Qué deseas? ¿Qué quieres conseguir? Y una vez os responda, acompañadle durante todo el texto, observando si las acciones que realiza son consecuentes con ese deseo, si de verdad le acercan a él. Si se aparta del camino en algún momento, reconducidle a la senda de su deseo para que no pierda coherencia y el relato quede perfectamente cerrado.

Para terminar vamos a verlo más claro con un ejemplo en el siguiente relato de Ana María Matute, “El niño al que se le murió el amigo”:

Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre:
—El amigo se murió.
—Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar.
El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en
las rodillas. «Él volverá», pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar.
—Entra, niño, que llega el frío —dijo la madre.
Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo,
con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó
buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos y pensó: «Qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada». Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y dijo: «Cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido». Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.

Como podemos ver en este relato, el deseo del protagonista es claro desde el principio y vertebra toda la historia. El niño quiere jugar con su amigo. Es ese mismo deseo el que le obliga a no hacer caso de la madre y salir a la calle a buscarlo. Y, es precisamente la resolución del deseo (en este caso la incapacidad de encontrar a su amigo y por lo tanto de jugar con él), lo que provoca el cambio final en el relato. Como veis el deseo tira de nuestro personaje en cada decisión y es el que provoca que el desenlace se produzca de forma natural. Fijaos en vuestras historias preferidas, ¿Cuál es el deseo?, ¿Por qué actúan así los personajes? Y luego volved a vuestros textos y dotadles de deseo a aquellos que no lo tengan y observad el resultado. Maravilloso, ¿a que sí?

Bibliografía:
“El niño al que se le murió el amigo”, del libro “Los niños tontos”, Ana María Matute, Media vaca, 2000

Anímanos con tus comentarios